19 noviembre 2011

Benny

Una y otra vez, lo mismo. Benny sueña que sale de su casa y grita a los cuatro vientos lo que pasó con su papá. La gente, al escuchar que lo mataron, empieza a llamar a otra gente y a decir lo que pasó. Todos van corriendo, Benny al frente, con una gran bandera. La gente sale de sus casas y se van sumando, hasta ser una multitud llegando a la casa de gobierno. Patean la puerta, entran. La última imagen es estática, confrontando la figura de Videla, cliché del dictador, fetiche de la maldad.

06 abril 2011

Pablo

Pablo tenía 6 años cuando en 1977 fue secuestrado junto a su madre por fuerzas militares. Recuerda perfectamente el operativo, con personas de civil que destruyeron su domicilio, en la llamada “bajada pucará”, cerca de la terminal de colectivos, donde él vivía con su mamá, Teresita y con Alfredo, su padre de crianza, quien salvó la vida porque estaba jugando un campeonato de ajedrez, luego se entregó ante un juez en San Luis y pasó 6 años preso en La Plata y otras cárceles, sin proceso penal alguno. 
Volviendo al operativo, según lo que pudieron reconstruir, primero se produjo la detención de su tía Ani, quien habría indicado el domicilio donde estaba su madre y allí se presentaron, diciendo: “¡Policía Federal!”. Se llevaron todo y rompieron todo. Los metieron a él con su madre, totalmente encapuchados, en un Fiat 125 de color naranja, y se los llevaron al D2 de Córdoba. Entraron por un pasillo verde y aunque su madre le tapaba los ojos, él pudo ver que había personas jóvenes, desnudas, tiradas en el suelo. Fueron llevados a una celda, donde  las paredes eran también verdes, y los barrotes, bien metálicos y fuertes.
Su madre fue torturada y violada.

Su tío Ciro, hermano de su madre, logró que le hicieran entrega de su sobrino. Pablo fue recuperado y quedó al cuidado de sus abuelos maternos, mientras que su madre quedó pensando que lo abrían regalado, o matado, y con eso permanentemente la torturaban. Ella recuperó su libertad recién cuatro años después, en 1980, y tampoco fue sometida a ningún juicio, sino que fue puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.

A partir de los daños que sufrieron por la dictadura militar, tanto él, como su familia, fue que de grande, Pablo se decidió a estudiar derecho y luego a militar en la defensa de los derechos humanos. Tiene ahora 39 años y cuatro hijos. Es abogado, doctor en derecho,, docente universitario y actual abogado querellante en representación de aproximadamente 30 familias de desaparecidos (víctimas de la misma dictadura que él  sufrió) y del  Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos en los juicios por los crímenes contra la humanidad que se están llevando a cabo en la provincia de Mendoza, a partir de que el gobierno argentino iniciara la posibilidad de juzgamiento a los represores, gracias al fallo de la Corte Suprema de la Nación, que anuló las leyes e indultos de impunidad

En su estudio jurídico (y también en el edificio del Medh), sufrió varias veces pintadas agraviantes, algunas firmadas con las AAA y otras variantes. También recibió llamadas intimidatorias y amenazas. Es evidente que Pablo, como todos los defensores de los derechos humanos en todo el mundo, cotidianamente hacen su trabajo en soledad, afrontando riesgos, con el objetivo de construir derechos y de avanzar hacia sociedades más democráticas.
Tal vez por eso lo emocionaron tanto las palabras de la Presidenta, cuando los llamó "Corazones ardientes”,. Porque el compromiso viene enraizado en su propia historia y en sus propios dolores. Este, es su testimonio personal, pequeña crónica y gran testimonio de vida de Pablo, que nos insta a todos, a que sigamos luchando, sabiendo que estamos acompañados y que cada vez hay más las personas que se comprometen con esta labor. Debiera ser la preocupación de todos los estados, respaldar el trabajo y garantizar la seguridad de estos abogados, de ardientes corazones y profundo conocimiento de causa.

31 marzo 2011

Pipi


El día que la Pipi escribió este relato, su papá hubiese cumplido 69 años. Ella suele pensar que si estuviera vivo, se la pasarían peleando. Hace tiempo que le ronda esa idea caprichosa y le causa un poco de gracia tener esa sensación, que es casi una certeza. Seguro no sería la hija que él hubiera querido, no sería su “princesita” como se le daba por decirle cuando ella no caminaba todavía, y quizás, él no hubiera sido el papá que a ella le hubiera gustado tener. No sería ese héroe irreal que algunas veces le parece que es.
O tal vez sí, cómo saberlo. Ni siquiera tuvieron la oportunidad de decepcionarse, de pelearse, de enojarse, de objetarse mutuamente. Casi no se conocieron.
Hace poco soñó con él. No suele soñar con él de manera directa, fue una de las únicas veces en que le pasó. Faltaban unos días para que empezara el primer juicio oral contra represores en Rosario, esos días se sentía toda revuelta y bastante decepcionada de algunas personas que hasta ese momento había creído cercanas. Pasaba muchas horas pensando en su papá, en sus tíos, en los padres de los amigos que también están desaparecidos y en los compañeros. Tenía miedo, todo parecía difícil. Se le había abarrotado la ansiedad de haber esperado tantos años, de tantos dolores acumulados, de tanto esfuerzo, de tanta pelea, de tantas ausencias circularmente presentes. Era demasiado consciente de lo que ese juicio significaba para todos y eso hacía que la cosa fuera aún más angustiante. Esa noche se fue a dormir deseando poder descansar, llevaba varios días sin hacerlo. A diferencia de otras noches, logró dormirse profundamente, relativamente rápido e incluso soñó. Tuvo un sueño muy real, de esos que mágicamente no parecen sueños, sino momentos vividos y luego recordados, recuperados más tarde del pasado al ser evocados. Soñó que su papá entraba en su habitación mientras ella estaba acostada, se acercaba y se sentaba en su cama. Con mucha calma, como si el tiempo no existiera, le acariciaba la cara y la miraba a los ojos, con una ternura estremecedora. Después, con movimientos que parecían lentísimos, la abrazaba fuerte, muy fuerte. Era un abrazo de una intensidad, que era impensable que no fuese real. Se hizo tan tangible, que la Pipi sintió como si realmente se lo hubiese dado, como si lo hubiera vivido. No se puede explicar, es un poco complicado encorsetar en palabras una sensación tan inmensa.
Cuando se despertó, tenía la garganta atenazada y toda la cara mojada por lágrimas que le brotaron dormida. Fue muy raro, no sabría si decir que fue triste, sólo que fue demasiado real. La tristeza, le hizo darse cuenta de que había sido un sueño y nada más, que su papá no le había dado ese abrazo, que ella tanto necesitaba en esos momentos. Al otro día se levantó distinta. No sabe cómo ni por qué, pero afrontó lo que se venía de otra manera. Se sintió más fuerte, cómo si ese abrazo le hubiera inyectado seguridad para hacer lo que tenía por delante.
Esos días siguió pensando mucho en él, pero empezó a pensar, que quizás, ellos no se hubieran llevado tan mal y que, a lo mejor, hasta se sentiría orgulloso de ella, y ella de él, aunque fuera un viejo cascarrabias, probablemente un machista empedernido, y ella, su única hija, seguramente demasiado rebelde y libre para su gusto. Ahora, sigue con la intriga de cómo hubiesen sido juntos, de las cosas que les gustaría compartir o de las que los harían pelear. Pero al menos siente que pudo saber, lo que era sentir la contundencia de su abrazo. Aunque fuera en sueños. Si en definitiva, la vida, no es mucho más que un sueño sostenido a lo largo del tiempo.

21 marzo 2011

Martín

Cuando Martín era chiquito escuchaba a su mamá que lloraba, todas las noches, una tras otra. Durante un tiempo él pensó que los grandes, de noche, lloraban. como algo cotidiano. Que antes de dormir, "se lloraba", asi como al levantarse, se desayunaba, había que peinarse, lavarse la cara...o al ponerse los zapatos, hay que atarse el cordón, ël no lo vivía con angustia, ni como una cosa dolorosa, sino como algo que, simplemente, era asi y pensaba que cuando fuera grande, él también iba a tener que hacer lo mismo: llorar antes de acostarse, como algunas personas rezan o se ponen pijama.
Claro que despues de unos años, al fin se dió cuenta. Quedó aterrado cuando entendió que esa sensacion no era lo que él había creido, que los otros adultos no lloraban todas y cada una de las noches, antes de dormir, que llorar no era una cosa mecanica, ritual o cotidiana y que no expresaba una normalidad, sino un dolor profundo y persistente.

08 marzo 2011

Tatiana

 Tatiana recuerda como si fuese hoy, la cara de su mamá, la marca del amor a la espera de su primer hermana. Tenia dos años y medio (o eso cree, porque los recuerdos no tienen tiempo) cuando su abuela Amalia le dió una carta, donde ya sus papás se habian separado y su papi le hablaba de un bebé que vendría, y que después, con el tiempo, se enteró de que nació y murió, por una meningitis. Florencia tenia 7 meses. Le pusieron igual que la otra abuela...solo que no se sabe si ella alguna vez lo supo. Por suerte, despues vino su otra hermana, Mara Laura, tremenda también...

Había AMOR, demasiado amor por el otro, por los ideales, por la humanidad toda, trascendiendo el bien y el mal.

Tatiana mantiene vivo el recuerdo de la alegria, la tristeza, la melancolia de su mamá y hoy, la puede evocar con su ropita, sus tacos, su delgadez...

y siempre la extraña, su tremenda Tatiana.

07 marzo 2011

Camilo

El pequeño Camilo no entiende
-¿en serio no le dan ni una manzana?-
-no, pero vos le vas a dar una porque te la van a dejar pasar.-
responde la tía, rumbo al barrio de villa devoto. También
le explica que lo van a revisar, mucho, pero que nadie lo puede tocar.
Él ni entiende a qué se refiere, pero no le importa
son + las ganas de ver a su mamá.
Una reja separa a los visitantes de las reclusas
por las manos y los besos, se cuela a través
también la manzana.
Alicia (su mamá) la muerde y la pasa.
-¡eh má, era para vos!!-
-aca compartimos todo, ya vas a entender.-
Y así fue.

21 febrero 2011

Pájaro

En 1976, Perla, la abuela del Pájaro, era una de las presas políticas alojada en la cárcel de Olmos. Él tenía 6 años cuando fue por primera vez a ese lugar a visitarla . Recuerda de entonces, que las almenas que rematan el edificio le habían dado la impresión de que se trataba de un castillo. Desde su perspectiva de niñito, el portón parecía enorme, pero lo más impresionante era el mono de la puerta, que tenía un fierro largo, como un fusil, una ametralladora, o algo así, que vista desde abajo parecía duplicar el tamaño de quien la llevaba.
Entonces, al volver a su casa, el Pájaro dibujó: Un castillo con un granadero parado en la puerta, sonriente, con nariz de payaso y una ametralladora gigante, más grande que el castillo y todo lo demás,  y se le mandó de regalo a su abuelita, a la cárcel.
 Ella llegó a ver el dibujo, con todos los sellos de control por encima, pero los penitenciarios no se lo entregaron, y se lo rompieron en la cara, diciéndole que eso, no lo podía haber dibujado un niño, debía ser de un guerrillero subversivo, o de alguien muy peligroso.

18 febrero 2011

Alejo y Josefina

Desde que abrí este Blog, recibí y procesé más de 70 relatos sin pausa durante los primeros 2 meses. Fue una labor constante y fluida, hasta noviembre de 2010, cuando empezó el juicio por la muerte de mis padres y otras 22 personas que perdieron la vida en el mismo contexto. En los primeros testimonios salieron a la luz varios casos de chicos, que como yo, fueron llevados al D2, el mayor centro de detención ilegal y tortura de la provincia de Mendoza durante la dictadura. Quise escribir sobre Alejo y sobre Josefina, pero no pude, quedé trabada en sus historias, tal vez porque son tan cercanas a la mía o porque a diferencia del resto, sus historias me llegaron indirectamente, ellos ya murieron y no puedo consultarlos y todo eso hace que sea tan difícil (y a la vez tan necesario) articular un texto que cuente algo más profundo que la simple crónica de lo ocurrido. Pasados casi 3 meses, vuelvo al intento de poner palabras a sus vivencias.

El 9 de febrero del '76,  un ratito después del mediodía, Alejo fue secuestrado junto a su mamà y el compañero de ella. Fueron llevados al D2 dònde su mamá desde el minuto cero fué violada y torturada con reiteración. Él, con solo cuatro años, pasò tres dìas sometido a interrogatorios, hasta que fue devuelto a sus abuelos, mientras que los adultos permanecieron en cautiverio hasta la vuelta de la democracia. Cuando Alejo saliò del D2, no podía hablar. Lo habían dejado mudo y por años, no pudo decir palabra.

El 12 de Junio de 1976, Josefina fue secuestrada junto a su hermanita, su mamá y una compañera de ella con sus 2 hijitos bebés, en un episodio muy violento. Ya en el D2 fue privada como todos los demás, de comida, agua y dignidad  Con cinco años Josefina fue llevada a la sala da torturas, donde fue desvestida y manoseada sexualmente bajo una luz intensa, para que su padre que también estaba secuestrado y continúa desaparecido, la viera desde la oscuridad. En otra oportunidad fue llevada a la terminal de ómnibus, donde los policías le pidieron que señalara si conocía a algún "tio". Ella debe haber sido consciente de la gravedad de la situación, porque al volver a la celda solamente pedía perdón, como si se sintiese responsable de lo ocurrido. Unos días después fue liberada y dos meses despues de haber sido devuelta a sus abuelos, Josefina murió de un disparo que se dió ella misma con un revolver que encontró en una mesa de luz.

A la memoria de ellos, este relato.