En la década del 80 solía tener un sueño recurrente:
Iban a su casa (casa que, en cada sueño, era diferente) a llevarse a su hermana. Él trataba de cerrar todas las puertas y le gritaba a ella que se escondiera.
Tuvo este mismo sueño con unas pocas variaciones, por lo menos una docena de veces y después jamás volvió a soñarlo.
Lo curioso radica en que, en la vida real, Daniel no tiene hermanos. Es hijo único.
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