15 noviembre 2010

Marìa Luisa (segundo relato)

María Luisa tuvo varias marcas de los milicos en su infancia. Esta le pasó en Lima, Perú, donde sus viejos, sus hermanos y ella estaban exiliados. El gobierno peruano de ese momento había establecido buenas relaciones con la dictadura de Videla, lo que trajo como consecuencia la persecución de los exiliados argentinos, tanto fue así que desapareció uno de los compañeros que como ellos estaba exiliado allí. Marìa Luisa en ese momento tenía 13 años. Una mañana como cualquier otra, se levantò para ir al colegio, pero se sintiò enferma y no fuè. Su mamá se quedó con ella. Unas horas después, se fue a buscar a su hermana mas chica al jardín, que quedaba a unas cuadras de su casa. Ella se quedò esperando, mirando por la ventana, cuando de repente viò un auto que se para en la puerta de su casa, con tres o cuatro tipos adentro que la miraban. Le diò mucho miedo y cerrò la ventana. Minutos después, estaban tocando el timbre. Ella entreabriò la puerta: estaban ahí. Le preguntaron por sus viejos, donde estaban, en qué trabajaban, a qué hora volvían...ella estaba muerta de miedo y a todo contestaba “no sé” (ni que lo hubiera hecho a propósito), en un momento saliò corriendo a pedirle ayuda a un vecino, que era un boliviano exiliado, que justo estaba en la puerta; entonces, los tipos empujaron la puerta y entraron a su casa. Cinco minutos después llegó su vieja. Los tipos eran de la policía de inteligencia peruana y habìan ido a hacer un allanamiento, cosa que hicieron delante de su mamá y suyo, mostrándoles el arma que tenían en la cintura y revolviendo toda la casa. Cuando se fueron, salieron corriendo a buscar a su viejo y a sus hermanos. Terminaron quedándose unos días en la casa de unos amigos peruanos y después, se fueron a México.

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