23 octubre 2010

Danixa

Danixa estaba pensando, en cómo fue su infancia en dictadura y le da risa, porque no tuvo infancia en dicta-dura, tuvo adolescencia en dicta-dura. Su infancia , lo que recuerda de ella, fue hermosa. De los primeros recuerdos de muy, muy chica, salta a 1971, mirando por la terraza con su papá, el treinta y uno de Diciembre; esa fecha se grabó en su cerebro. Sus hermanos mayores, iban y venían, y el papá le dijo: -comienza el '71, vamos a ver qué nos trae este año. Después hace otro salto, a sus diez años: 1973, cuando, estando en la terracita de su  casa, leyendo una vieja revista del Pato Donald, se acercò su hermano mayor y le preguntó: -¿ qué hacés leyendo esa estupidez?. Ahí nomás le sacó la revista y le encajó "Para leer al Pato Donald", de Ariel Dorfman -"Cualquier cosa que no entiendas, me preguntás" le dijo su hermano, bajando la escalera de la terracita, con su campera verde, y sus pantalones bombilla. Desde abajo ya, le aclaró: -ya es hora de que entiendas! y cerró la puerta, dejando a Danixa bajo ese sol tardío y su libro nuevecito en las manos. Lo primero que no entendiò, fue la palabra PROLETARIADO, pero orgullosa, en la silla de chapa siguiò leyendo, a los diez minutos no entendía nada. Así que bajò y sin decir nada a nadie, se fue a buscar la palabra proletariado en la enciclopedia-diccionario que había en su casa. Se le abrió un mundo. Entendiò. Como le había pronosticado su hermano, ya era hora. Cuando terminò el libro, se lo devolviò diciéndole: "entendí!". Y mirò el afiche del Che que decìa: "mi sangre no fue derramada para que aquí yo colgado esté" y entendiò. Y también, entendiò por qué en la puerta de su dormitorio habìa un dibujo de la cabeza de un tal Salvador Allende, sobre una pirámide como una esfigie; y entendiò la revista Crisis y entendiò a la señorita Marisa, que era peronista a muerte, cuando dos años atrás les habìa dicho: -Ahora, que va a llegar Perón (y subìa su dedo hasta más o menos la altura de su nariz), ahora pueden suceder dos cosas: Argentina crece (y subía el dedo por encima de su cabeza), o se desbarranca para siempre (y bajaba el dedo hasta su panza) y los chicos, sentaditos de guardapolvo blanco, miraban para arriba y para abajo, como un partido de tenis (que para esa época empezaba a ser popular gracias a un marplatense jovencito llamado Vilas). Había algo de profético en las palabras de la seño, eran como palabras de angustia, que ella, y los demàs chicos de ocho años, no entendían, porque ella era peronista, en todo el barrio se sabía... pero recién lo entendiò, a los diez, cuando Cámpora largó a los presos y todos festejaban...el tío Campora, le resultaba tan lindo tener un presidente tío!. Ellos vivían cerca de la cárcel de Devoto y Danixa recuerda que se escuchaban los gritos de euforia, pero también, el miedo de alguna gente, que se encerraba en su casa bajando las persianas. Rejas en el barrio todavía ni existían. Ella se divertía mirando todo por la ventana. Como hacen los chicos, aunque entendiendo un poco más que otros, pero un poco como los infantes, que en todo encuentran algo con qué pasarla bien. Como el día en que mataron al cura Mujica, con esa cara de bueno...y se inundó la casa, ese día, se divertían con los gritos de su madre para que no pisaran el agua. Así se mezclan los recuerdos de su infancia. Contando en la revista Gente, los muertos por la triple A y los muertos por Montoneros. Escuchando en la panadería cosas como: -"ésta (por Isabelita) va a terminar como María Antonieta". Y correr nuevamente a la biblioteca, para ver cómo terminó ta tal María Antonieta. Y no entendìa bièn si lo decían por la guillotina o por algo que siempre les contaba su madre y no sabía si era una mentira de ella o no,  pero la cuestión era que a María Antonieta le habían salido todas las canas de golpe, en una sola noche, del disgusto, segùn decía su madre. Y ahí, venía la comparación. Si Isabel tiene todo el pelo lleno de canas ( el televisor entonces era blanco y negro), entonces terminarìa bajo la guillotina?...cuánta fantasía!. Como cuando miraba a Lopez Rega, al lado de la futura aguillotinada y se preguntaba dónde escondía el sombrero, ya que decían que era Brujo... qué inocencia perdida!. Para la época que dieron el Golpe, Danixa ya estaba "en sus cabales" digamos. Ya había conocido a la primera familia con desaparecidos en la ciudad de veraneo...y a varios de los amigos de su hermano se los habían llevado "chupados", se decía en voz baja. Ya habían quemado las revistas, en la misma terracita donde habìa entendido al Pato Donald. Ya estaba en primer año de la secundaria y la materia que más le había gustado era E.R.S.A (estudio de la realidad social argentina), una maravilla que pronto los milicos se encargarían de cambiarle el nombre por "Formación Cívica". Y no sólo el título le cambiaron, sino los contenidos. Y pusieron el 7, en vez del 6 para aprobar los exámene y el pelo a los varones no le tenía que pasar por debajo del cuello de la camisa y los amigos de los amigos se iban de un día para el otro al extranjero y los artistas que estaban en listas negras, aparecían fotografiados tomándose el piro para Europa y había cosas de las que no se hablaba con desconocidos y se cerraban las ventanas para discutir temas de política y el miedo...El Miedo se empezaba a sentir despacio...No sabía bien a qué... éra chica, pero el miedo estaba, como la sombra y la seguía a todas partes.

Un día, su mamá las despertó, a Danixa y a su hermana. El sol ya entraba por la ventana, en seguida se dieron cuenta de que pasaba algo raro. La madre dijo solemne: -Chicas, se la llevaron a la presidenta anoche, hay golpe de estado, suspendieron las clases. Dejó la puerta abierta. Se miraron con su hermana y lo primero que les salió fue un ¡puta madre! Ese fue el único día que no estuvo feliz por faltar a la escuela: 24 de marzo de 1976. Mirò por la ventana y no había nadie en la calle. -Declararon Estado de sitio, le largó su mamá junto al café con leche. Las tres mirando el televisor. Videla hablando. Todo se venía abajo.Como decía la seño Marisa. Se desbarrancaba. El dedo, ese día le hubiese llegado al suelo. De la tristeza, de la impotencia. De lo que se imaginaban se vendría. Si en democracia la Triple A ya se había llevado a tantos, con los milicos...madre! Y así, eran todos los días. Tristes. Grises. La época más linda, que se supone se tiene en la vida, a Danixa se la fregaron estos tipos. Pidiendo documentos. Haciéndole tomar colectivos porque sí, para regresar a su casa, sin motivos, sin fundamento. El miedo bien metido en el culo. No podían juntarse más que de a dos en cualquier lado, tres ya era conspiración. Algo raro tramában. Vos para allá, ustedes para acá. Pero...pero nada! decí que tenés suerte y no te llevamos... así, todo el tiempo. Y los diarios se miraban buscando nombres de conocidos, que caían o que pasaban a disposición del PEN: listas y listas, nombres y nombres, generaciones barridas por una escoba siniestra. Las paredes se pintaban de blanco. No había más grafittis, ni escritos, las universidades estaban sin banderas. No había Centros de estudiantes, no había partidos, todo era una nada, vacía y gris, llena de ojos detrás de las cortinas.
y se acuerda del primer test que le hizo una psicóloga a los 17 años
-A qué le tenés miedo? A la violencia. 
Ahora dibujá un objeto. Danixa hizo un revolver.
Así creciò ella. Creyendo que jamás, jamás, esa pesadilla terminaría...

Pues bueno, en este punto, ella se cansa de escribir y se va a ver una peli, de esas que en esa época, estarían prohibidas.

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