14 diciembre 2010

Pablito

Pablito tiene una historia loca, o más bién, un recuerdo algo fabulado : Tenía 5 y estaba con su familia en el exilio. Era el día de la capitulación Argentina en Malvinas y desde Toronto veían las noticias por la tele, cuando una paloma blanca entró por la ventana al departamento (cosa que de por si, fue muy rara) y entonces, el gato que tenían (llamado Tango y que además era de lo más boludo), le saltó encima a la paloma y en un toque la hizo garcha, dejando toda la casa manchada con sangre.

04 diciembre 2010

Victoria (segundo relato)

Victoria odiaba los cumpleaños de sus compañeritos. En realidad los odiaba a ellos. Ahora sabe que el verbo es otro: Envidiar. (Ojo, a los once se normalizó.) En una de esas tediosas fiestas donde pinchaban globos y piñatas, ella debía esconderse bajo alguna mesa y taparse los oídos. Cuando se apagaban las luces para las velitas, entraba en pánico y se aferraba a cualquier adulto que anduviera por allí. Mientras todos jugaban en el bosque porque el lobo no está, ella se iba a la cocina; le encantaba entrar a cuestionar a los adultos...una de las escenas más memorables, fue en una casa, de ya no se sabe quién (pero ese quién no la debe haber olvidado.) Victoria se le sentó encima a la mamá de la cumpleañera y le dijo: -Vos te casaste por amor?
Madre del cumpleañero -….. (muda, perpleja)
- Si, si te casaste por amor…
-Ay, nena…jajajajaja, no te pierdas los payasos….
-no, porque estoy pensando que seguro mis papás se casaron por amor...debe ser por eso que duró tan poquito, no?
-Ehhhh…jajajaj…mmmmm... y si vamos a ver a los payasos? Después hay unos títeres!…
- … (Victoria quiere una respuesta)
La señora harta, asustada ante este monstruito que Vicky era y serà siempre: -Ay, Victoria, sí, me casé por amor.
El marido-papá, sonreía nervioso. Parecía chirolita, aterrado por un posible interrogatorio: -Bueno, corazón, ahora a los títeres…
Victoria: - ufa!
Todos reían chirolitos.
Victoria: entonces, una última pregunta a todos:-A QUIEN QUIEREN MAS, A SU MAMÁ O A PERÓN?!

25 noviembre 2010

Pablo

Se ha abierto la caja de Pandora.
La pesadilla de Pablo es repetitiva y escalofriantemente real, como cuando tenía casi 6 años y entraron a su casa, en agosto del '77: se escondió debajo de la mesa y desde ahí observó los medios-cuerpos de los intrusos,  gritando, tirando y golpeándolo todo. En el sueño todo es igual a la realidad. Escucha el llanto de su hermana y el ruido de un helicóptero. Ve en el suelo los anteojos de su papá y fracasa repetidamente en el intento de alcanzarlos para dárselos. Lo angustia que no tenga sus anteojos, porque no va a poder ver. Finalmente un milico-poli lo atrapa del brazo y lo tironea para sacarlo de abajo de la mesa. El viejo está luchando para que no lo tabiquen y por un segundo llegan a verse. Escucha su voz por última vez: -“cuidá de tus hermanas”. Luego los encierran a los tres en una habitación. Se cierra la caja de Pandora.

22 noviembre 2010

Maru (segundo relato)

Una vez, en las vacaciones, fue al campo una familia toda completa: con mamá, papá y dos hijos. Maru deseaba estar ahí con ellos, en el auto, sentadita en el medio y sentirse una más...

El señor le decía que era “su papá de las vacaciones” y Maru feliz! quería y soñaba eso....
El tema es, que la semana de vacaciones terminó y ellos se fueron.
 Maru quedó sola en el campo, sintiéndose muy triste y engañada.

21 noviembre 2010

Shiva

Shiva recuerda que de chiquito había gente que se quedaba a dormir en su casa, a veces varios días… y que eso, tenia que ser secreto, nadie podía saber.
Más grande, viendo fotos preguntó por ellos, porque algo recordaba y creìa entender...la triste verificación aún le hiela la sangre, porque muchos de ellos estan desaparecidos, la mayoría. Y siente dentro suyo esa bronca, esa impotencia y desesperación, de saber que èl viò y convivió con ese terror, sin registrarlo y que a pesar de los juegos y las ganas de vivir que había adentro, afuera estaba pasando todo lo que pasó.

15 noviembre 2010

Marìa Luisa (segundo relato)

María Luisa tuvo varias marcas de los milicos en su infancia. Esta le pasó en Lima, Perú, donde sus viejos, sus hermanos y ella estaban exiliados. El gobierno peruano de ese momento había establecido buenas relaciones con la dictadura de Videla, lo que trajo como consecuencia la persecución de los exiliados argentinos, tanto fue así que desapareció uno de los compañeros que como ellos estaba exiliado allí. Marìa Luisa en ese momento tenía 13 años. Una mañana como cualquier otra, se levantò para ir al colegio, pero se sintiò enferma y no fuè. Su mamá se quedó con ella. Unas horas después, se fue a buscar a su hermana mas chica al jardín, que quedaba a unas cuadras de su casa. Ella se quedò esperando, mirando por la ventana, cuando de repente viò un auto que se para en la puerta de su casa, con tres o cuatro tipos adentro que la miraban. Le diò mucho miedo y cerrò la ventana. Minutos después, estaban tocando el timbre. Ella entreabriò la puerta: estaban ahí. Le preguntaron por sus viejos, donde estaban, en qué trabajaban, a qué hora volvían...ella estaba muerta de miedo y a todo contestaba “no sé” (ni que lo hubiera hecho a propósito), en un momento saliò corriendo a pedirle ayuda a un vecino, que era un boliviano exiliado, que justo estaba en la puerta; entonces, los tipos empujaron la puerta y entraron a su casa. Cinco minutos después llegó su vieja. Los tipos eran de la policía de inteligencia peruana y habìan ido a hacer un allanamiento, cosa que hicieron delante de su mamá y suyo, mostrándoles el arma que tenían en la cintura y revolviendo toda la casa. Cuando se fueron, salieron corriendo a buscar a su viejo y a sus hermanos. Terminaron quedándose unos días en la casa de unos amigos peruanos y después, se fueron a México.

09 noviembre 2010

Bernardo

Esta experiencia tiene que ver con la infancia y la dictadura, pero específicamente en las implicancias que esa dictadura deja en el cuerpo hasta la actualidad.

Por el ’78, cada salida familiar era una aventura, subirse los cuatro al pequeño auto familiar y viajar hacia destinos inciertos.  A veces iban a San Justo a visitar a un primo de su madre que vivía en frente de la Coca Cola, por  el camino de cintura al 5700, más o menos. Con el Renault Gordini blanco recorrían los 8 kms que separaban sus casas, por Autopista Richieri, bajando por Camino de Cintura, hacía San Justo. De esos viajes, Bernardo conserva en la memoria el olor a cuero viejo de los asientos del Gordini, la redondez de sus puertas, el viajar siempre de noche y otros recuerdos que se apilan de a montones, pero quizás el recuerdo particular de uno de esos viajes a San Justo, una lucecita perdida en el medio de un bosque, se convirtió quizás el recuerdo mas fuerte de la Dictadura.  Su madre señalo la lamparita que apenas se veía desde el auto, completando la visión con un comentario entre inocente y desinformado: "pobre gente, se ve que no tiene ni para una lamparita más potente"… siguieron viaje y Bernardo fantaseó que en esa casa vivía una familia igual que la suya, pero más pobre, con lamparitas de 25 watts como las del velador, porque no tendrían siquiera para comprar una de 50 watts.

En Julio de 2001, la palabra "Corte" se articulaba con un sin fin de espacios geográficos: Cortes de tránsito, de ruta, de puente, de avenidas, etc.  Bernardo estaba (no de casualidad) participando de un “corte” con sus compañeros de la facultad, que habían comenzado a realizar diferentes acciones conjuntas, como tomas de las universidades y cortes, para protestar porque se anunciaban nuevos recortes al presupuesto educativo (lo mismo sigue ocurriendo 10 años después, en 2010). El ministro del interior de ese momento –llamado Freddy Storani- después de la represión ocurrida en Tartagal durante un corte de ruta, había proclamado que: "en Argentina no permitiremos que se corte ni una senda peatonal más" y había dispuesto varios grupos móviles de gendarmería para reprimir los cortes que aparecieran, en sólo cuestión de horas. Así fue que cuando el grupo de 1500 o 1600 estudiantes, cortaron el tránsito de la avenida Córdoba a la altura de Junín, en cuestión de pocos minutos tuvieron en frente a un pelotón con 200 Gendarmes armados, que de vereda a vereda los miraban con cara de odio, mientras golpeaban sus bastones al piso. Era una escena muy fea, nada agradable. Pero de los estudiantes se fueron acercando un poco más hacía los gendarmes. Se escuchaban muchas sirenas y el clima era muy tenso cuando Bernardo escuchó el rumor de que "si en 30 minutos si no se terminaba el corte, comenzaría la represión". Decidieron quedarse. Las sirenas parecían subir el volumen. Apareció una ambulancia con las luces a full y una sirena aún mas fuerte pasó por entremedio de la multitud estudiantil. En ese momento apareció la imagen de la lamparita. Él estaba parado en la tercera o cuarta fila de estudiantes, cuando el recuerdo lejano de su niñez, se apoderó por completo de él, como cascada, le vinieron unas ganas enormes de correr, su cabeza comenzó a buscar excusas para irse del lugar. Ese recuerdo chiquito, lo abrazó, lo apretujó y lo cegó por completo. En sus adentros, veía como en un viejo filme, que aparecía nuevamente aquella nocturna, lejana y apenas visible lamparita que la madre señalaba. Esa lamparita con poca potencia, era la luz de la entrada, del entonces Centro Clandestino de Detención "El Vesubio". 
Un inmenso miedo se convirtió en latir en ese momento. Sus piernas y su memoria, arrastrados por los laberínticos recuerdos del pasado, lo querían hacer correr, escapar, evadirse, eludir toda responsabilidad política, pero al mismo tiempo sentía que era super cobarde irse y dejar a sus compañeros; su corazón quería quedarse, pero una sensación de oprobiosa cobardía y otra, de ideológica firmeza, pugnaban por el control de su cuerpo, mientras que Bernardo sentía estallar el pecho en esa contienda.  A pesar de que comenzó a tener palpitaciones y se le secó la boca, se quedó ahí quieto, con sus compañeros alrededor que  bailaban, reían, discutían y jamás se dieron cuenta de lo que a él le había pasado. Solo fueron unos minutos para el resto del mundo, pero para él fue una eternidad.  Después de 3 horas, con objetivo de la protesta concretado, levantaron el corte sin ningún tipo de represión sufrida. Los gendarmes nunca avanzaron. Pero para Bernardo fue una experiencia reveladora haber recordado al Vesubio, en ese momento político. Esa noche, haberse quedado quieto, resistiendo, fue para él una batalla ganada al miedo.

02 noviembre 2010

Victoria

La casa de la abuela de Victoria quedaba a tres cuadras de la base del Palomar. Había muchas casas abandonadas, con sótanos, donde se encontraban todos los chicos del barrio y siempre terminaban representando persecuciones o enfrentamientos. Seguramente había muchos hijos de militares también entre los chicos. Como niña, la idea que ella tenía sobre lo que estaba pasando, se potenciaba con esos juegos que hacían. 

Solían ir con su familia dos o tres veces al año desde Palomar a Moreno, a veces iban por Campo de Mayo pero les daba miedo, porque sabían lo que sucedía allí. Los primos de Victoria vivían en una quinta muy descampada, ese espacio se llenaba de rincones escondidos para protegerse en las persecuciones y enfrentamientos que también ahí representaban.

En el sueño que ella recuerda con más claridad, se reproducía algo semejante: Victoria buscaba un lugar para esconderse, pero entonces, sus pasos eran lentísimos y sus perseguidores, que eran adultos y tenían uniforme, se acercaban con velocidad. Cada vez que Victoria estaba a punto de alcanzar un buen lugar para escapar (podía ser un túnel que se abría en medio de un sótano), se paralizaba. La persecución culminaba en una especie de rancho, en donde había una ventana altísima desde la cual se terminaba tirando, para no ser detenida.

29 octubre 2010

Beatríz

Beatríz tenía 10 años en el '77, cuando un día, soñó que era de noche. En su sueño aparecía un hombre enorme vestido como un verdugo medieval, con un palo con una bocha con pinchos. Sin decir nada y en silencio, le partía la cabeza a su mamá con eso. Le quebraba el cráneo y a Beatríz la imagen de la cabeza aplastada se le representó como si fuera una naranja de las que se caen de los árboles y quedan secas, machucadas en el suelo. Cuando le contó a su mamá, se armó un kilombo: ella se enojó con su papá por haberla llevado con él a la cárcel de Coronda a visitar a los compañeros y por haber hablado delante suyo cosas que Beatríz de todos modos no recuerda. Después nunca volvió a soñar con el verdugo, pero la secuencia del sueño se repitió en su memoria muy seguido, por años y todavía se repite cada tanto, haciéndole sentir lo mismo que sintió en ese momento: la propia impotencia ante la realidad palpable de la posibilidad de daño a una persona amada

25 octubre 2010

Lucía

Mayo del 76. El papá de Lucía había sido secuestrado unos días antes. Mientras su mamá y su abuela, revolvían cielo y tierra buscándolo, Lucìa se quedaba al cuidado de la otra abuela. Una tarde se despertó de la siesta llorando mares y le contò a la abuela que la estaba cuidando, que su papá se había despedido de ella.

Poco después se enteraron de que él había fallecido en un campo de concentración en Bahía Blanca. Esto se lo contó la abuela años despuès, porque ella que era muy chiquita ya no lo recuerda...como tantas cosas, que están ahí, dormidas en el inconsciente.

23 octubre 2010

Danixa

Danixa estaba pensando, en cómo fue su infancia en dictadura y le da risa, porque no tuvo infancia en dicta-dura, tuvo adolescencia en dicta-dura. Su infancia , lo que recuerda de ella, fue hermosa. De los primeros recuerdos de muy, muy chica, salta a 1971, mirando por la terraza con su papá, el treinta y uno de Diciembre; esa fecha se grabó en su cerebro. Sus hermanos mayores, iban y venían, y el papá le dijo: -comienza el '71, vamos a ver qué nos trae este año. Después hace otro salto, a sus diez años: 1973, cuando, estando en la terracita de su  casa, leyendo una vieja revista del Pato Donald, se acercò su hermano mayor y le preguntó: -¿ qué hacés leyendo esa estupidez?. Ahí nomás le sacó la revista y le encajó "Para leer al Pato Donald", de Ariel Dorfman -"Cualquier cosa que no entiendas, me preguntás" le dijo su hermano, bajando la escalera de la terracita, con su campera verde, y sus pantalones bombilla. Desde abajo ya, le aclaró: -ya es hora de que entiendas! y cerró la puerta, dejando a Danixa bajo ese sol tardío y su libro nuevecito en las manos. Lo primero que no entendiò, fue la palabra PROLETARIADO, pero orgullosa, en la silla de chapa siguiò leyendo, a los diez minutos no entendía nada. Así que bajò y sin decir nada a nadie, se fue a buscar la palabra proletariado en la enciclopedia-diccionario que había en su casa. Se le abrió un mundo. Entendiò. Como le había pronosticado su hermano, ya era hora. Cuando terminò el libro, se lo devolviò diciéndole: "entendí!". Y mirò el afiche del Che que decìa: "mi sangre no fue derramada para que aquí yo colgado esté" y entendiò. Y también, entendiò por qué en la puerta de su dormitorio habìa un dibujo de la cabeza de un tal Salvador Allende, sobre una pirámide como una esfigie; y entendiò la revista Crisis y entendiò a la señorita Marisa, que era peronista a muerte, cuando dos años atrás les habìa dicho: -Ahora, que va a llegar Perón (y subìa su dedo hasta más o menos la altura de su nariz), ahora pueden suceder dos cosas: Argentina crece (y subía el dedo por encima de su cabeza), o se desbarranca para siempre (y bajaba el dedo hasta su panza) y los chicos, sentaditos de guardapolvo blanco, miraban para arriba y para abajo, como un partido de tenis (que para esa época empezaba a ser popular gracias a un marplatense jovencito llamado Vilas). Había algo de profético en las palabras de la seño, eran como palabras de angustia, que ella, y los demàs chicos de ocho años, no entendían, porque ella era peronista, en todo el barrio se sabía... pero recién lo entendiò, a los diez, cuando Cámpora largó a los presos y todos festejaban...el tío Campora, le resultaba tan lindo tener un presidente tío!. Ellos vivían cerca de la cárcel de Devoto y Danixa recuerda que se escuchaban los gritos de euforia, pero también, el miedo de alguna gente, que se encerraba en su casa bajando las persianas. Rejas en el barrio todavía ni existían. Ella se divertía mirando todo por la ventana. Como hacen los chicos, aunque entendiendo un poco más que otros, pero un poco como los infantes, que en todo encuentran algo con qué pasarla bien. Como el día en que mataron al cura Mujica, con esa cara de bueno...y se inundó la casa, ese día, se divertían con los gritos de su madre para que no pisaran el agua. Así se mezclan los recuerdos de su infancia. Contando en la revista Gente, los muertos por la triple A y los muertos por Montoneros. Escuchando en la panadería cosas como: -"ésta (por Isabelita) va a terminar como María Antonieta". Y correr nuevamente a la biblioteca, para ver cómo terminó ta tal María Antonieta. Y no entendìa bièn si lo decían por la guillotina o por algo que siempre les contaba su madre y no sabía si era una mentira de ella o no,  pero la cuestión era que a María Antonieta le habían salido todas las canas de golpe, en una sola noche, del disgusto, segùn decía su madre. Y ahí, venía la comparación. Si Isabel tiene todo el pelo lleno de canas ( el televisor entonces era blanco y negro), entonces terminarìa bajo la guillotina?...cuánta fantasía!. Como cuando miraba a Lopez Rega, al lado de la futura aguillotinada y se preguntaba dónde escondía el sombrero, ya que decían que era Brujo... qué inocencia perdida!. Para la época que dieron el Golpe, Danixa ya estaba "en sus cabales" digamos. Ya había conocido a la primera familia con desaparecidos en la ciudad de veraneo...y a varios de los amigos de su hermano se los habían llevado "chupados", se decía en voz baja. Ya habían quemado las revistas, en la misma terracita donde habìa entendido al Pato Donald. Ya estaba en primer año de la secundaria y la materia que más le había gustado era E.R.S.A (estudio de la realidad social argentina), una maravilla que pronto los milicos se encargarían de cambiarle el nombre por "Formación Cívica". Y no sólo el título le cambiaron, sino los contenidos. Y pusieron el 7, en vez del 6 para aprobar los exámene y el pelo a los varones no le tenía que pasar por debajo del cuello de la camisa y los amigos de los amigos se iban de un día para el otro al extranjero y los artistas que estaban en listas negras, aparecían fotografiados tomándose el piro para Europa y había cosas de las que no se hablaba con desconocidos y se cerraban las ventanas para discutir temas de política y el miedo...El Miedo se empezaba a sentir despacio...No sabía bien a qué... éra chica, pero el miedo estaba, como la sombra y la seguía a todas partes.

Un día, su mamá las despertó, a Danixa y a su hermana. El sol ya entraba por la ventana, en seguida se dieron cuenta de que pasaba algo raro. La madre dijo solemne: -Chicas, se la llevaron a la presidenta anoche, hay golpe de estado, suspendieron las clases. Dejó la puerta abierta. Se miraron con su hermana y lo primero que les salió fue un ¡puta madre! Ese fue el único día que no estuvo feliz por faltar a la escuela: 24 de marzo de 1976. Mirò por la ventana y no había nadie en la calle. -Declararon Estado de sitio, le largó su mamá junto al café con leche. Las tres mirando el televisor. Videla hablando. Todo se venía abajo.Como decía la seño Marisa. Se desbarrancaba. El dedo, ese día le hubiese llegado al suelo. De la tristeza, de la impotencia. De lo que se imaginaban se vendría. Si en democracia la Triple A ya se había llevado a tantos, con los milicos...madre! Y así, eran todos los días. Tristes. Grises. La época más linda, que se supone se tiene en la vida, a Danixa se la fregaron estos tipos. Pidiendo documentos. Haciéndole tomar colectivos porque sí, para regresar a su casa, sin motivos, sin fundamento. El miedo bien metido en el culo. No podían juntarse más que de a dos en cualquier lado, tres ya era conspiración. Algo raro tramában. Vos para allá, ustedes para acá. Pero...pero nada! decí que tenés suerte y no te llevamos... así, todo el tiempo. Y los diarios se miraban buscando nombres de conocidos, que caían o que pasaban a disposición del PEN: listas y listas, nombres y nombres, generaciones barridas por una escoba siniestra. Las paredes se pintaban de blanco. No había más grafittis, ni escritos, las universidades estaban sin banderas. No había Centros de estudiantes, no había partidos, todo era una nada, vacía y gris, llena de ojos detrás de las cortinas.
y se acuerda del primer test que le hizo una psicóloga a los 17 años
-A qué le tenés miedo? A la violencia. 
Ahora dibujá un objeto. Danixa hizo un revolver.
Así creciò ella. Creyendo que jamás, jamás, esa pesadilla terminaría...

Pues bueno, en este punto, ella se cansa de escribir y se va a ver una peli, de esas que en esa época, estarían prohibidas.

17 octubre 2010

Angelita (segundo relato)

Yo nunca supe terminar nada. Repaso una larga lista de inconclusos: Estudios, amistades, proyectos, amores, hobbies, delirios y emprendimientos de todo tipo - porque para empezar siempre soy muy creativa-, todos fueron quedando descabezados antes de terminar. Si hubiera sabido antes que las cosas nunca suceden hasta que están completamente hechas, talvez no hubiera dejado tantas cosas inconclusas por el camino. Guardo mi orgullo, guardo la vergüenza de ser experta en finales abiertos, en anti finales. Mi modo de terminar las cosas era esperar que se disuelvan por si mismas, como si con ignorarlas fuera suficiente. Siempre creí que el aburrimiento mataba la pasión a la mitad de camino; pero cuando buceo un centímetro mas hondo, me doy cuenta que es el miedo el que los mata. Y de que yo viví petrificada de miedo, muerta en vida, con mi caparazón a modo de escudo. Tomando no-decisiones. Reculando. No-viviendo del miedo. Encerrada en mi des-virtud, con mi des- gracia a cuestas. Justamente, por lo difícil que me resultaba terminar cualquier asunto se me hacía imposible ponerle fin a ese problema. Entonces. Cuál pudo ser el comienzo de esto de no tener fin(es)? Cuán al principio? De todas las historias sin final, creo que la primera es la de mi madre. Secuestrada frente a mis ojos. Desaparecida para siempre.  La incompletud permanente por no volver a encontrarla. La Soledad. El ansia convirtiéndose en ansiedad. La incógnita suspendida en el tiempo. Yo, chiquita, desarmada de las palabras aún no aprendidas. Portadora del sinsentido de no poder asignarle contexto a la tristeza.

Muchísimos años después de perderla, durante un sueño inducido algo psicodélico, atravesè el tiempo. Viajé de regreso hasta ese lugar en que me atrapaba mi pesadilla infantil más recurrente. Me encontré en ese mismo pasillo, donde las sombras me perseguían pisándome los talones. Busqué detrás de las puertas. Miré uno por uno los gestos de las caras desconocidas. Esa cara, que no aparecía. Esa cara, que me pertenecía. Cuando era una niña y ese era solo un sueño, siempre me despertaba en ese punto. Desesperada y sin saber como explicar porqué ese sueño feo me daba tanta angustia, pero como yo ya no era una niña y eso no era exactamente un sueño, asique ese día, fuí un paso más allá: Me arrastré gateando hasta el final del pasillo y con mi manito empujé la última puerta.
Ella estaba ahí. Ma Mà. Parada al final de los finales.
Recién cuando la ví, supe que la había buscado toda la vida. Que ella era El vacío. La incógnita. El nudo en el estómago. Estiré los brazos y me abracé a su cuello  -aunque fue mi amigo el Pájaro quien prestò el cuerpo al abrazo ese día-. Ahí estaba ella. Su olor. Su calor. Su respiración. Sus ojos… y yo, entregada a ella, a la felicidad de volver a verla. Perdida en su abrazo imposible. Imposible. Imposible. Imposible. Imposible...

Con la velocidad divinorum de la salvia, mi madre se deshace en el abrazo. Busco su cara pero ya no la encuentro, todo se ha transformado. Me encuentro con gente extraña, gente que me da miedo. Quiero salirme de ese abrazo, pero ya no puedo....y esa gente, ahora me lleva lejos, muy lejos... y no me dejan volver. Entonces me despierto asustada. Miro alrededor y sin saber que edad tengo, hablo con voz de niña, aunque ya tengo mas de 20 años: -“…Creo que tuve un sueño, que siempre sueño… Creo que soñé un lugar, que creo que conozco… ese lugar…creo que yo estuve ahí antes….”  Bastó que evocara ese lugar, para caer profundamente en trance, nuevamente. Otra vez al mismo pasillo. Las puertas a los costados, que ya ni miro. Sé a donde ir. Sigo derecho al frente, directo hasta el final. Abro la última puerta.
Ahí está ella otra vez: Ma Mà me sonríe, a unos metros de distancia.
Ya no nos acercamos, por miedo a romper la magia. Contenemos el momento. Quieto.
Hablamos con los ojos. Nos despedimos. Hasta luego.

El sueño se apaga. Vuelvo al tiempo real con todos los recuerdos a flor de piel. Me quedan impregnadas la paz de su sonrisa y la seguridad del abrazo.

Creo que esa despedida, fue el principio del fin de las inconclusiones.

Todavía soy esa misma nena, sintiendo el calor de mi madre que me abraza. Amándome del modo que solamente ama la madre. Plantándome con su amor en el mundo. Dejando en mí su huella, su semilla, para cuando ella ya no esté. Soy mi madre que aún me abraza. Conservo su calor para siempre conmigo, haciéndome menos huérfana.

14 octubre 2010

Gastón

De ir con su viejo a los lugares de militancia, Gastón le tomó cosa fea al arroz con leche. En garín, jugaba con un montón de enanos sobre monticulos de materiales para la construccion  y el arroz con leche, siempre estaba presente. Vaya a saber porqué, ahora cuando lo huele o se lo nombran, le tiembla todo. Nunca lo pudo volver a probar, a veces piensa que quizas sea rico, pero. no, no quiere probarlo. Para Gastón, vivir sin poder contarle a nadie la muerte de su papá fue una mochila muy pesada, se sentia como un niño viejo...no podía manifestar la pérdida porque era peligroso...asi que pasar segundo grado, fue muy raro para él: todos en su mundo de figus, elastico, la mancha y él...que a veces estaba, a veces no. Hoy en dia se sigue sintiendo como un niño y un viejo, que por suerte, no ha perdido la sonrisa.

 A veces se pregunta porquè nunca sueña que no hubiera pasado lo que pasò. Quiere soñar que no se llevaban a los nuestros, quiere soñar que nada cambiaba, quiere soñar que su familia seguìa enterita...eso nomàs quisiera èl.

10 octubre 2010

Marìa Luisa

María Luisa naciò en Mendoza el 10 de enero de1964. Es hija de Alfredo y Angélica, ambos abogados y militantes peronistas. La historia que va a contar, sucedió el 1º de enero de 1975, en pleno gobierno de Isabel Perón. Marìa Luisa vivía con sus padres, tres hermanos menores y la abuela paterna, que era quien los cuidaba mientras sus padres trabajaban y militaban; ella fue una figura fundamental en su infancia, la abuela cómplice que siempre los bancaba y les satisfacía los caprichos.
Esa noche, la noche de año nuevo, estaba toda la familia festejando, tíos, primos, abuela, padres; todos. Un rato después de las 12, en medio de los petardos sonó una explosión màs fuerte que las otras y Alfredo, su papá, dijo: “eso fue una bomba”. Todos le dijeron que estaba loco, que nada que ver...
Dos horas después explotó una bomba en la casa vecina, pared de por medio con la de ellos. La explosión fue tan fuerte que se cortó la luz; había mucho miedo y confusión, salieron todos, su hermano gritaba preguntando por su amigo, el vecino... por suerte los vecinos no estaban y no hubo que lamentar ningún daño personal. La policía dijo que podía haber otra bomba y los mandaron a todos a la habitación del fondo, pero su abuela se había quedado en la calle. Entonces su hermano, que tenía nueve años y ella, que tenía diez, tuvieron una ataque de pánico pensando que podía pasarle algo a la querida abuela. Les reprocharon a los padres: “esto pasa por culpa de ustedes, por que se meten en política, nos van a matar a todos”. Fue un momento terrible, del que Marìa Luisa no se puede olvidar.

Sus padres le contaron después, que a partir de ese momento se dieron cuenta de que tenían que hablar más con sus hijos y contarles un poco, porquè hacían lo que hacían, porque si no, solamente escuchában lo que decían los parientes y amigos, pero no entendían realmente lo que hacían los viejos.

08 octubre 2010

Adriana (segundo relato)

Alrededor de esta hora, el mediodia del 8 de octubre de 1978, llegaron los hijos de puta a la casa de Adriana para secuestrarlos. Ella estaba con su mamá, Ana María, las dos solitas porque su papá se habìa ido a trabajar desde temprano. Ellos estuvieron un largo rato, cuando por fin decidieron que se iban a llevar a su mamá y tambièn a ella. La vecina que viò cuando salìan, preguntò: "a donde te llevan Cristina?"(ese era el nombre que su mamà usaba en el barrio) "dejame a la nena". Su mamá se aferro a ella con toda la fuerza del mundo. Si la hubiese dejado ahì, quièn sabe què hubiera pasado con su identidad.
A eso de las 17 horas, desde las ventanas de las casas linderas vieron como llegaba caminando Jorge, su papá. Lo vieron detenerse frente a la puerta unos segundos, antes de desaparecer dentro de la casa. Al poco tiempo ya se lo estaban llevando, muy golpeado, reventando, segùn se dijo.

Estuvieron en el Olimpo. Adriana un par de días,  sus papàs un par de meses...y de ahí a la eternidad.

06 octubre 2010

María

María recuerda que su hermanita nunca pudo dormir bien. A Lucía, la secuestraron cuando tenía 10 meses, junto a su mamá. Unos días después la abuela la encontró en una sala cuna, siempre supusieron que los milicos, la habían dejado ahí de toque.
Lucía tenía dos tipos de pesadillas: unas que eran solamente de sonidos. No veía nada, sentía gritos a lo lejos y una canción de cuna.
Si no, soñaba que en Ledesma -donde vivían- entraban cientos y miles de tigres al pueblo. Los tigres destrozaban a toda la gente y se armaban ríos de sangre. Lucía les tenía pánico a los tigres.
 
Con el tiempo, descubrieron que su hermana había entrado a la Esma junto con su mamá, donde uno de sus torturadores era el peor de todos tigres: Tigre Acosta.

04 octubre 2010

Caro

Caro tiene un sueño recurrente de su infancia para compartir; lo soñó desde los 4 a los 11 años, más o menos.
Los abuelos del hermano de Caro, tenían en San Luis -donde vivían- un negocio grande, con unas casas al lado, donde había una óptica. 
Ella estaba con su mama, su hermano y sus abuelos en el negocio. La mamá iba a la óptica y no salía más. Después iba su hermano y tampoco salía, entonces, ella también entraba. Al pasar la puerta unas manos blancas huesudas, con uñas largas, le sacaban cortésmente el abrigo y una vez adentro, era un monstruo que los comía. Ella podía salir corriendo y avisar a los abuelos de su hermano, que ese monstruo se había comido a su mamá y a su hermano Roly, pero no le creían y la ponían en penitencia.

26 septiembre 2010

Juana

Diego estaba orgullosísimo de su pulguita saltarina, quería que fuera primera bailarina del teatro Bolshoi. A veces, cuando podía, la iba a ver bailar y si no podía, le mandaba un ramo de flores exageradamente enorme, que causaba mucho impacto entre sus compañeras de camarín, con una tarjeta re-cursi que decía "lo más maravilloso que tengo eres tú". Era su admirador incondicional.
Cuando lo mataron, lo primero que le preguntó Juana a su mamá, fue si iba a poder seguir bailando. Sentía que su vida se partía en mil pedazos y necesitaba seguir volando porque que si no, ella también moría. El ballet le salvaba la vida, se la pasaba haciendo piruetas, giraba y volaba por los aires…era bailarina y bailar, era su manera de no estar.
Cuando comenzaron las clases en la escuela de ballet del Colón, a la directora se le ocurrió que todas las alumnas del instituto debían cortarse el pelo a la garcón porque, según ella, había piojos. Su mama fue a hablar con ella y le explico que Juana estaba muy triste porque el papa había fallecido en un "accidente" hacia poquitos días…y le pidió por favor, si no podía hacer una excepción- Ella le respondió que no, que solamente había hecho la excepción con una alumna que le había hecho una promesa a la virgen. Así que Juana tuvo que raparse para poder asistir a clases. (Por si no se entendió: tuvo piedad de la niña que le había hecho una promesa a la virgen, pero no de la niña a la que le habían matado a su padre.) Al poco tiempo de raparse la cabeza, Juana cayó con un desgarro muscular que la hizo aterrizar de emergencia en la realidad.

22 septiembre 2010

Germán

En 1977 estaba en primer grado y se sentaba en el fondo del aula. Fue ahí, aunque hacia fin de año, que los problemas realmente comenzaron. No sólo se sentaba en el fondo del aula sino que además de estar feliz por la insularidad de su situación imaginaria, el fondo para él era una isla, estaba debajo del alféizar de un ventanal sobre el que se alineaban todos los libros que comenzó a leer ese año, de a uno por semana, hasta darle no se podría decir cuántas vueltas a esa colección ambulante de cuentos de hadas. Dice, cuando se refiere a ese momento, comenzaron los problemas pero como quien repite una fórmula gastada, sin estar muy seguro de qué se quiere decir. En realidad no sabe si comenzaron los problemas, y por eso lo mandaron a la psicopedagoga, así, en abstracto, o si lo mandaron a la psicopedagoga porque fue cuando le tocó el turno a cumplir con una rutina de revisión junto con el resto. Cree que lo más probable es que a los ojos de la maestra tuviera algún problema de aprendizaje. Sabía leer bastante bien, llegó leyendo de su casa, y a pesar de que se notaba la sensación de deber que proyectaba hacia esos libros leyéndolos obsesivamente mientras que a ningún otro compañero se le había ocurrido tocarlos, la cuestión es que por algún motivo no aprendía nada. No había caso. Las letras eran cada vez más deformes y los colores parecían barro sobre la página. Él mismo comenzaba a darse cuenta de algo que lo incomodaría durante toda la escuela primaria: su cuaderno siempre sería el más horrible de la clase. Puede que le resulte difícil determinar el momento preciso en el que comenzó el problema que lo precipitó hacia tantos otros, pero de lo que sí está seguro es de que en el gabinete de la psicopedagoga sí puede decir con seguridad que sintió que el problema había comenzado, que ya estaba inmerso en él y que no había vuelta atrás; porque ni bien se pusieron a hablar, alumno con psicopedagoga, supo que había metido la pata al contarle sobre un sueño y el auto enorme, celeste clarito, bien brillante, con el que un grupo borroso de color marrón salía a secuestrar gente. Cree que no fue tanto el hecho de contar que una especie de fantasmas anduvieran sueltos haciendo fechorías, que por otra parte para él eran como un invento, o al menos así sentía él todas esas cosas que llegaban desde el éter y chocaban contra su cuerpo como contra una antena, sino la palabra que usó para describir sintéticamente esas fechorías lo que terminó mandándolo una vez por semana a un consultorio en el centro donde, mientras un psicólogo le hacía preguntas, subía de pronto de categoría, de psicopedagoga lo pasaban a psicólogo y otro los miraba a los dos oculto detrás de una gran espejo como la ventana donde se alineaban los libros, el alumno ahora paciente se dedicaba a romper silenciosamente, uno por uno, cada vez que iba, los botones que se hundían en el capitoné de un sillón de cuero negro, lustroso, frío y caliente a la vez. Secuestrar, ese había sido el primer verbo del estar ya en problemas.

15 septiembre 2010

Lucila

Lucila lee día a día los relatos y en cada uno, encuentra un sueño o una sensación que ella también pasó. Soñó varias veces que salía a la escuela y cuando llegaba al patio se daba cuenta de que estaba descalza o que tenía puesto solamente el guardapolvo y nada abajo. También soñó muchas veces que estaba en su casa, donde vivió siempre con su mamá y de repente subían miles de milicos por el ascensor y la escalera; ella estaba con la puerta abierta y tenia que cerrarla, pero cuando lo iba a hacer no tenia fuerza...o soñaba que la perseguían y no podía correr, por más impulso que tomara, de repente los pies le pesaban una cantidad tal, que todo se ponía como en cámara lenta (salvo su corazón que latía rápidamente). Soñaba muchas veces, que tenia que esconderse, ya que los milicos habían entrado en su casa; las únicas salidas que encontraba eran la rejilla del desagüe o las tuberías de gas, lugares imposibles para entrar, meterse y escapar, pero mágicamente sucedía como en el cuento de Alicia en el país de las maravillas y Lucila  se hacia pequeña, tan pequeña, que lograba escapar. Una vez, soñó que entraba a la morgue y lograba ver a su padre, como dormido sobre una camilla de aluminio. Ahí, sentía alivio de por fin encontrarlo: muerto, pero por fin, poder ver su cara, su cuerpo y cerrar una angustia...claro que eso fue solo un sueño, pero se sintió más liviana al despertarse.

Estando embarazada, le pasaba que cuando su pareja se iba a trabajar a la radio y salía de la casa a las 5am, ella embarazada de 6, 7, 8 meses, se despertaba ni bien él cerraba la puerta y en el amanecer, oscuro aún, se quedaba pensando por donde podría escapar si alguien llegara a entrar a su casa. Planeaba como salir de su cuarto, pasar para el patio y cruzar por la medianera a la casa del vecino y todo eso, con una panza enorme...ella cree que ese miedo, o necesidad de encontrar la salida, se lo transmitió su madre cuando estaba embarazada de ella. En el edificio donde vivían hasta pocos días antes del secuestro del papá de Lucila, su mamá siempre miraba por la ventana para ver cual era la altura y poder calcular la soga de sabanas que pudiera bajarla hasta la calle...Y Lucila siente que hubo transmisión de sensaciones, porque recuerda los miedos de su madre, como en carne propia.

12 septiembre 2010

Maipy

Maipy había empezado a tener estos sueños a los 6 años, mientras le tocó vivir asilada en la Embajada de México, en Santiago de Chile. Los sueños la acompañaron a lo largo de su vida, se hicieron familiares y ahora, durante la gestación y la llegada de su hija, se le han vuelto a manifestar, con más fuerza:

1- Es niña. No se ve, pero siente y sabe quien es.  Sus hermanos, caminan junto a ella por un valle lleno de sol y de flores, al medio está su casa (la casa cambia de modelo, no es siempre la misma arquitectura, pero siempre es blanca, luminosa y con sonido de agua). Caminan hacia la casa y Maipy puede tocarla y saberla suya. Luego camina y al volver atrás, la casa está en ruinas. La recorre, tratando de reencontrar a sus abuelos, a los viejos de la familia, al agua y ya no hay nada, ni nadie en esas ruinas, sólo sus recuerdos. Se desespera, despierta y al despertar, siempre la misma sensación: abre los ojos y sigue buscando su casa.

2- Maipy se sueña junto a su hermana, con la edad de ahora (ese "ahora" va cambiando naturalmente con el tiempo y la fisonomía). Es de noche, entran al jardín interior de su casa, pasan por el parque...ven y tocan la enorme casa de muñecas... la terraza… y cuando van a entrar, aparece el padre, joven, como en 1973, con sus lentes y su barba y su voz aterciopelada... y ella siente incluso, el aroma del tabaco de la pipa que él fumaba. Él no las deja pasar a la casa, les dice: " Shhh....no entren, no hagan ruido, las niñitas están durmiendo"; se asoman entonces a la ventana de su pieza y en las camas están ellas mismas, niñas de 6 y 11 años, durmiendo y el papá, vela sus sueños.

11 septiembre 2010

Alberto

A 37 años del golpe de estado de Chile  Alberto aún recuerda con claridad,
que a esta hora, ya no tenía casa, colegio ni amigos...
no sabía donde estaban sus padres escondidos...

....pero eso es nada en comparación 
con quienes ese día fueron apresados, torturados,muertos.

Un mes después, Alberto, ya tampoco tenía país.

10 septiembre 2010

Virginia

Virginia no sabe bien de donde salió este sueño recurrente…supone que habrá escuchado algo que hablaban sus viejos, o tal vez por la radio…

Soñaba en esa época, que un hombre y una mujer (de civil) entraban por la ventana de su cuarto y la secuestraban.

Le daba mucho miedo.

08 septiembre 2010

Alejandra

A Alberto, el papá de Alejandra, se lo llevaron de su casa el 27 de agosto del 76. Hacía un ratito que él había vuelto de un velorio y ya estaban todos metidos en la cama donde dormían juntos los cuatro, su mamá estaba embarazada de su hermanito. Hacia mucho frío. Golpearon la ventana y la puerta. Su mamá le dijo a su papá que no abriera. Él preguntó qué querían y entonces, rompieron la ventana y la puerta, entraron y prendieron la luz. Alejandra se abrazó a las piernas de su papá. A él lo sacaron de la cama y le dijeron: “- vestite ya!”. Como Alejandra no quería soltarlo, uno de los milicos le pateó la cara y la desmayó.

Cuando se despertó una vecina había ido a ayudarlos. Su mama estaba atada a los pies de la cama. Habían revuelto todo. Rompieron los focos de la luz, se llevaron el dinero y algunas cositas de valor. Cuando su mamá se levantó, se quedaron paradas en la puerta un ratito, con miedo de que todavía estuvieran…Después su mamá la agarró de la mano y corrieron hasta la casa de su abuelo, a 5 cuadras. A su papá no lo vio más.

No quería que se lo llevaran. Trató de agarrarlo lo más fuerte que pudo, pero no pudo hacer nada. Alejandra piensa que él debe haber estado muy triste y preocupado porque le pegaron a su hijita...Ella no tenía más de 3 años entonces, pero recuerda todo...esa noche fue terrible. Esa es su oscuridad. Hoy en día todavía la asusta que le prendan la luz de golpe y le griten, le da mucho miedo.
Cada uno, lo pasó como pudo y algunos podrán decir que esta mina ya esta grande, pero si supieran el miedo que tiene adentro y lo mucho que lo siente…aunque los demás crean que es fácil, para ella es una carga terrible. Es como si la hubieran dejado ahí sentada en la oscuridad, sola. Aunque todos los días la vean seguir avanzando, cuando llega la noche, se le hace tan difícil…y no es que le guste mirar siempre hacia atrás, es que ella siente que quedó ahí, encerrada, sin poder escapar.

06 septiembre 2010

Victoria

En 1986 a Victoria le tocó la Señorita Yoly de maestra de tercer grado. La Señorita Yoly tenía recurrente obsesión con el tema: “La Familia”. Se deleitaba cada lunes, preguntándoles uno por uno, qué habían hecho con papá y mamá (y la familia).
El viernes anterior al día del padre, les hizo escribir a todos, una carta a papá. Victoria simuló dormir.
Cantado, que al lunes siguiente, Yoly -nombre de muñeca diabólica- se dió una panzada con cada uno de los relatos de asados y abuelos y hermanos y unidos. Felices los niños.
Odiaba no llevar una pastilla de cianuro encima (para Yoly).
Cree que ese día se descompuso y se fue del aula. Pero la muñeca diabólica no daba treguas y un día fue por más, por MUCHOOOO MAS:

   -Bueno chicos, ahora en estas grandes hojas que les di, se van a dibujar a ustedes junto a sus papis, hermanos, primos, tíos y abuelos. Por favor, aclaren señalando “abuelo-pa”, “tía-ma” y así, para que se entienda. ¡Qué lindo, a trabajar!!!!!!!

No. Basta, pensó, no podía hacerse la dormida, ni tampoco la que me siento mal...tenía que usar métodos alternativos. Yoly caminaba entre los bancos arengando a felices los niños y Victoria fue hacia su escritorio. Su cartera. Que deleite, meter las manos en su cartera y sacar su AGENDA. Se la puso a leer, a pasar hoja por hoja. Nadie la registró, estaban muy ocupados clasificando los “flia-pa" y los "flia ma”. Entonces puso sus piernas sobre el escritorio y la Srta Yoly con cara de espanto, por fin, fue hacia ella.

-Victoria! ¿qué estas haciendo con mi agenda?
- … .
-Dámela querida, te estas metiendo en mi vida privada!!

Victoria se paró. El aula se nubló. Silencio total.

-Y usted, usted Señorita Yoly, no se da cuenta que me está pidiendo algo imposible?...que no entiendo bien qué pasó, pero sí, sé que es (gritando) triste, muy triste. Usted, se mete en mi vida privada!

Portazo y a llorar al patio, mucho antes de la hora del recreo.

05 septiembre 2010

Mariela

Mariela vivía a pocas cuadras del "Olimpo". Su madre la llevaba caminando todas las tardes al jardín y al pasar por la puerta siempre veía a los soldados: eran dos. Había un cartel de prohibido estacionar y detenerse. Todos los días, antes de pasar justo delante de los soldados, su mamá le decía: - "baja la cabeza, no los mires y camina más rápido". Ella nunca entendió el porqué de eso, hasta que fue más grande. Sus papás sabían lo que estaba pasando, en es época perdieron a casi todos sus amigos...

y hoy en día, en plena democracia, hay cosas que todavía les da miedo decir.

04 septiembre 2010

Miguel

A veces, los recuerdos de la infancia y la dictadura, se representan en detalles y distancias.
Arraigo y desarraigo.
“Como una nube que pasa mis ensueños se van, se van, no vuelven más” (Alfredo Le Pera)

De México, a Miguel se le antoja un sabor tamarindo, golosinas con chile, calaveras de azúcar y unos tangos híbridos, que se dejaban oír en el living de la preciosa casa de Cuernavaca, que restauraron su viejo y su abuelo, cuando este último fue de visita. Miguel jugaba a afanarle las herramientas al abuelo y cree que las enterraba. Junto a la casa había un baldío, donde jugaban de chamacos a encontrar crías de alacranes bajo las piedras. Por ahí, alguna que otra vez cayó de visita don Armando Tejada y tal como recuerda su madre, fue Liliana Felipe quien los alumbró con sus canciones infantiles. También estuvo (sin quedar en su memoria) Alicia, quien años más tarde, ya en Argentina, fue su maestra de teatro. Colgado de la pared, un dibujo de Guadalupe Posada (una calavera con su botella de tequila) y una pequeña guitarra con la que Miguel aturdía un “Cristo de Palacagüina”. Una terraza, una cocina con rejas por donde asomaban la risa con un vaso de horchata y se escapaba el aroma del mole, que seguía por una calle ancha, en bajada que daba a un vivero oscuro, lugar infinito que nunca nadie atendía. Una tarde, Miguel se perdió en Plaza Garibaldi y hasta los mariachis lo salieron a buscar. No lograban encontrarlo. Tal vez era divertido perderse.
...y la pirotecnia Mexicana era todo un arte (Todos los fuegos, el fuego), con los chicos corrían con un toro de papel maché, todo cubierto de cuetes!...y también le sacaban fotos junto a niñas de pelo negro y trenzado con cintas de colores y flores, para que pudiera verlas ahora, ya de grande, en medio de su casa suburbana, donde recibe mensajes de texto de Andrea con poemas de Fijman, ensaya un papel para una película sobre el Naríz, fugado de la ESMA y toma mate amargo, escucha al tata Cedrón, fuma Viceroy y repasa su primer libro de poemas…y evoca, el exilio y el desexilio.
Héctor se llamaba su mejor amigo. Héctor, del pueblo de Ocotepec. Juntos imitaban a un tipo de la tele, que hacía una propaganda de jabón en polvo y se tiraba por una quebrada: “Ariel lavando y yo en la quebrada!”, gritaban, y se tiraban en calzoncillos a un gran piletón, donde las viejas fregaban…ahora, el único Ariel que conoce es un flaco del sur, que estuvo preso, le pega a las minas y cada tanto, se estrella con la moto sobre algún capot. Todavía no sabe si ha dado en el clavo -como diría Urondo-, pero conoció el Caribe, el Golden Gate Brigde, la miseria de Miami Beach, el faro del Balneario “El Cóndor”, la tristura de una mujer, el rechazo de una mujer, la muerte de un amigo, los intentos de muerte de otro amigo, el furgón del tren a Morón, el fulgor de la selva misionera, el hotel malandra, el sacrificio en la cosecha de cebolla, la brucelosis en Ecuador…según dice el Mochi Leite: Miguel es Patagónico y la Patagonia se extiende desde California hasta la Pataia… Será?. Miguel canta desafinado. Aprendió a bailar el tango y a tomar tequila. Y a mentir. Y a desmentir. Y cuando le preguntan de dónde es: ...“Me voy y vuelvo y me voy, como un ensueño”...

03 septiembre 2010

Ale

Hay un sueño que durante años la atormentó y aún hoy sigue haciéndolo. El sueño en realidad, mezcla la vivencia del momento mismo en q mataron a sus viejos y se llevaron a su hermana de 14 años. Ale tenía entonces 10 años y se había escondido en la casa de su amiguita de enfrente, ya que estaban jugando en la calle cuando ellos cayeron. Al terminar el enfrentamiento, Ale salió a la calle y vio a un milico gordo, vestido todo de verde oliva, sentado en la vereda de su casa, secándose la frente sudada. En ese instante, sacaron los cuerpos de sus viejos envueltos con las cobijas de la casa y los tiraron, literalmente, en un camión.

A partir de allí soñó infinidad de veces con ese mismo milico, sentado en una silla bien setentosa de madera y respaldo redondo. Lo que variaba, era que a medida que Ale crecía, él se aparecía sentado en cada una de las casas donde ella vivía. La última vez, lo soñó en la vereda de su casa actual. Ale en el sueño quedaba mirando con mucha angustia a su marido, porque no veía a su hija por ningun lado...

Siempre es muy angustiante la sensación de no saber que va a pasar después, con esa mezcla de realidad y sueño.

02 septiembre 2010

Juan Andrés

Juan Andrés tenía 4 o 5 años y todavía no sabia nada de su historia.

Soñaba que estaba con una mamá y un papá, que no eran los suyos.
El lo sabia, pero tenia que ocultarlo para seguir viviendo.

Cuando soñaba con esto, se pasaba a la cama del su abuelo.
Generalmente esta pesadilla venía cuando tenía otitis.

01 septiembre 2010

Maru

Su juego favorito era probarse ropa que fuera fácil de ponerse. Quería estar preparada para cuando entraran a su casa por la fuerza para llevarla, para no quedar desnuda frente a ellos; medía en tiempos cual era la ropa que menos tardaba en cambiarse, por si la agarraban desprevenida y si era de noche, solo dormía con pijamas que pudiera sacarse fácilmente, para no tener que irse en pijama. Pasaba horas jugando a como tratar a los que iban a entrar a llevarla; era como si no existieran dudas de que eso sucedería.

(Para empezar Maru se acuerda de eso, pero con tiempito…se destapa la olla y sale vapor solito…). Miedos tuvo muchos. Desde que era una chiquita de dos años, al salir a la calle vivía pensando que la perseguían: que todos los autos y la gente la estaban vigilando. Cuando se bañaba, si miraba por la ventanita, siempre creía que iba a aparecer una mano sangrando de alguien pidiendo ayuda. También tenía un sueño recurrente en el que estaba con la familia de su papa, charlando, caminando, haciendo cosas normalmente y en un momento, se le cerraban los ojos y ya no podia ver nada. Todos seguian charlando y ella que no podia entender que pasaba, se desesperaba. Hacía fuerza por entender, pero no podía. Soñaba noches y noches y noches y noches, el mismo sueño.

31 agosto 2010

Alejandra

A Alberto, el papá de Alejandra, se lo llevaron de su casa el 27 de agosto del 76. Hacía un ratito que él había vuelto de un velorio y ya estaban metidos en la cama. Su mamá estaba embarazada de su hermano y dormían en la cama los cuatro. Hacia mucho frío. Golpearon la ventana y la puerta. Su mamá le dijo a su papá que no abriera. Él preguntó qué querían y entonces, rompieron la ventana y la puerta, entraron y prendieron la luz. Alejandra se abrazó a las piernas de su papá. A él lo sacaron de la cama y le dijeron: “- vestite ya!”. Como Alejandra no quería soltarlo, uno de los milicos le pateó la cara y la desmayó.

Cuando se despertó una vecina había ido a ayudarlos. Su mama estaba atada a los pies de la cama. Habían revuelto todo. Rompieron los focos de la luz, se llevaron el dinero y algunas cositas de valor. Cuando su mamá se levantó, se quedaron paradas en la puerta un ratito, con miedo de que todavía estuvieran…Después su mamá la agarró de la mano y corrieron hasta la casa de su abuelo, a 5 cuadras. A su papá no lo vio más.

No quería que se lo llevaran. Trató de agarrarlo lo más fuerte que pudo, pero no pudo hacer nada. Alejandra piensa que él debe haber estado muy triste y preocupado porque le pegaron a su hijita...Ella no tenía más de 3 años entonces, pero recuerda todo...esa noche fue terrible. Esa es su oscuridad. Hoy en día todavía la asusta que le prendan la luz de golpe y le griten, le da mucho miedo.
Cada uno, lo pasó como pudo y algunos podrán decir que esta mina ya esta grande, pero si supieran el miedo que tiene adentro y lo mucho que lo siente…aunque los demás crean que es fácil, para ella es una carga terrible. Es como si la hubieran dejado ahí sentada en la oscuridad, sola. Aunque todos los días la vean seguir avanzando, cuando llega la noche, se le hace tan difícil…y no es que le guste mirar siempre hacia atrás, es que ella siente que quedó ahí, encerrada, sin poder escapar.

30 agosto 2010

Paula

Cuando tenía cinco o seis años, Paula fue a una visita de contacto a la cárcel de Rawson, donde estaba preso su papá. Era un día del padre y eran varios los niños que estaban por encontrarse con sus papás. A los pibes los pusieron todos en filita sobre una pared y a los viejos los hicieron pasar frente a ellos en trencito, con esposas y mirando al suelo. Entonces, ante tal escena, Paula con total desfachatez dijo bien fuerte: "Papá, papá, ¿porque te traen enlazado?".

Pero esa no era la primera vez que Paula estaba en la cárcel. En el momento de la foto tenia a ambos viejos presos y cree que se le nota en los ojos la nostalgia. A ella la habian sacado hacía poquito de la carcel de Resistencia, donde estuvo con su mamá desde que nació (o desde antes, porque a su mamá la detuvieron embarazada), hasta el año y medio.

29 agosto 2010

Juan Ernesto

A Juan Ernesto se le vienen a la mente las formas en las que la situación repercutía en la vida cotidiana: su vieja haciendo todas las cosas a último momento, secando el guardapolvo en el horno los domingos por la tarde o su tristeza cada vez que iba al colegio, los compañeritos que lo cargaban diciéndole que su viejo (que era un preso político) estaba preso porque era un ladrón. El tampoco quiere dramatizar eso, simplemente, los niños siempre suelen ser un poco crueles...

Otra cosa que se acuerda es el sistema de comunicación que habían desarrollado los compañeros que estaban presos, para sacar info del penal al exterior, en el cual los niños cumplían un rol central. Tanto a la entrada como a la salida los requisaban, así que no se podía transportar cosas, pero los presos tenían necesidad de comunicar cosas relativas a cuestiones metodológicas respecto de su estancia en el lugar, entonces, por ejemplo, su viejo le decía: -“andá que Fulanito (otro compañero preso) te va a dar un caramelo, que tenés que tragar”...él iba y le ofrecían un paquetito de pastillas de forma cuadrada, tipo mentholiptus, en cuyo extremo, lista para ser ofrecida, había una "falsa pastilla", que era en realidad una hoja de papel, cuidadosamente doblada muchas veces hasta adquirir la forma y el tamaño de una pastilla real, cubierta de celofán. Juan Ernesto pasaba luego los controles con la pastilla en su interior, como un agente secreto. Cuando quería ir al baño, tenía que solicitarle una pelela a su madre y muy cuidadosamente, con una ramita o algo así, tenía que buscar la "pastilla", lavarla y entregársela a su madre. Esa hoja de papel, de tamaño grande, estaba toda escrita, de ambos lados con una letra microscópica que aprovechaba todo el espacio...él no sabe bien qué decían los mensajes, era el transportador nomás, una especie de pequeña mulita militante.

28 agosto 2010

Ana

Ana no quiere contar el sueño de siempre, en que entran a su casa y los matan a todos, ella incluida. Quiere compartir otro, que le parece más bello:
 
En su sueño, los viejos están militando en Venezuela. Su mamá está embarazada y va a parir con un chamán. Ana y su hermana nacen juntas, como gemelas, aunque en realidad no lo son. Cuando las nenas nacen, la mamá muere, explotando en luz. Las nenas nacen enfermas, pero con cuidados se curan.
El sueño termina con una imagen del papá, a lo lejos, como en un pueblito norteño (o tal vez en Venezuela), cargando las nenas en sus brazos.
(Fin).

Fue la primera vez que soñó a sus viejos.

27 agosto 2010

Adriana

Cuando era chiquita Adriana siempre soñaba que la seguía un auto.
Finalmente, una persona se bajaba y le decía que era su mamá, que fuera con ella.
Ella no la reconocía y tenia miedo de que, en realidad, fuera alguien que trataba de secuestrarla.

Así que se quedaba ahí, tratando de reconocer en esa cara, la de su mamá
(pero nunca lo hacia).

26 agosto 2010

Daniel

En la década del 80 solía tener un sueño recurrente:
Iban a su casa (casa que, en cada sueño, era diferente) a llevarse a su hermana. Él trataba de cerrar todas las puertas y le gritaba a ella que se escondiera.

Tuvo este mismo sueño con unas pocas variaciones, por lo menos una docena de veces y después jamás volvió a soñarlo.

Lo curioso radica en que, en la vida real, Daniel no tiene hermanos. Es hijo único.

25 agosto 2010

Luciana

Luciana soñó una vez, que encontraba a su padre y que éste tenía una nueva pareja y otra hija. En el sueño le preguntaba cómo no había vuelto nunca a la casa. Después hacía un esfuerzo terrible para no despertarse, para poder conocer su voz.

Con ese sueño se derrumbó el versito que se había hecho a si misma, de que no había sufrido la incertidumbre de la desaparición, porque siempre supo que su papá estaba muerto... se dió cuenta de que siempre había esperado su regreso (su supervivencia) y que lo sigue esperando, de una forma absolutamente infantil y fantasiosa.

24 agosto 2010

Marcela

Era adolescente, tenía 13 cuando devino la Dictadura y 14 cuando se lo llevaron a su papá. Entonces Marcela se ponía bajo el guardapolvo del colegio ropa de él y sus zapatos, para sentirse más cerca. Soñaba que lo torturaban y no lo soportaba.
Odió haber estado dormida cuando los tipos vinieron a buscarlo. Después, soñaba que lo defendía y ya no podían llevarlo.
Soñaba que los convencía.


A su papá después lo devolvieron (o parte de él, hablando de Pedacitos)... y en su familia de 5 hermanos, de eso nunca se volvió a hablar.

23 agosto 2010

Eliana


Eliana no vivió el horror de la Dictadura en carne propia, sin embargo recuerda unos sueños espeluznantes de cuando no tenía ni 5 años, en los que venían los “soldados” y la llevaban a la fuerza.

En un sueño
le entierran los pies
en una torta de cumpleaños
y la empiezan a trozar...

22 agosto 2010

Loleta

Desde que se enteró a los 14 años, que a su papa lo desaparecieron, Loleta sueña recurrentemente que estan reunidos en su casa, todos juntos. Ella se presenta con su papá, le explica que es su hija y que sabe que lo van a venir a buscar (porque ella ya nació y a él se lo llevaron cuando su mama todavía estaba embarazada de cinco meses) y que lo único que tienen que hacer es burlar a la historia, para que no le pase nada. Le insiste una y mil veces: Que se escape por la ventana a la casa de al lado, así cuando vienen a buscarlo, queda ella para ofrecerse en su lugar. El no escucha. Ella insiste; trata de gritarle pero la voz no le sale: queda totalmente muda. 

Se despierta de la desesperación al escuchar que ya llegan.

21 agosto 2010

Lorena

Tenía 11 meses y 15 días cuando entraron a su casa a los golpes, tirando la puerta abajo. Pasó 6 horas, toda una noche, encerrada en un cuarto con vigilancia permanente. Después todito ese quilombo se transformó en un sueño horrible, que a veces la hacía despertar llorando o agitada, pero siempre cagada de miedo: Soñaba que la venían a buscar. Soñaba que se escondía o que tenía que salir corriendo. Que gritaba pero nadie la escuchaba: que su voz no se escuchaba.

Hasta que le pudo poner nombre a ese sueño y nunca mas lo soñó.


Y como se llamó ese sueño?
Desaparición forzada de personas!

Te suena?

20 agosto 2010

José

Soñaba que salía sin ropa.
Cuando se daba cuenta y quería volver a su casa rápido, sentía como que sus pies se hundían en arenas movedizas y volver se le hacía imposible.

Hacía mucha fuerza, pero iba despacito...

19 agosto 2010

Clarisa

Clari cree que podría escribir tomos y tomos de sueños, pesadillas y pequeños-grandes miedos, que marcaron desde la niñez:

Cosas simples
como que, nunca jamás
pudo jugar a las escondidas
…o simplemente que la corrieran, a ella
le daba pánico.

18 agosto 2010

Anita

Cuando Anita era chiquitita, un día los militares entraron a su casa. Amenazaron con armas a sus papás y golpearon a su mamá, embarazada de su hermanito menor. Al dia siguiente sus papás decidieron dejar la casita de la villa donde habían elegido vivir y donde con su militancia promovían cultura entre los vecinos. Se mudaron a un barrio clase media. Se camuflaron. Sobrevivieron. Anita no se acuerda de ese día, de los militares en la casa, se lo contó su mamá. Ella dormía y por suerte, no se despertó. Recuerda la mudanza, el cambio. Recuerda que en su casa nueva tenía un vecino al que le decía "el Dón", porque desde su patio él cantaba:
"PareDón-Pare Dón, PareDón-Pare Dón" (atodoslosmilicosquevendieronlnación)

Ella desde su universo inocente al otro lado de la medianera le respondía, intentando darle ánimo:
"Siga Dón - Siga Dón"
Para que el Dón, no Pare.

17 agosto 2010

Angelita

Cuando soy chica siempre sueño que estoy descalza en el colegio. Me siento desnuda y tengo que ocultarlo. Me aterra que la maestra me llame al frente y que todos puedan verlo. Es difícil correr con los pies desnudos. Tengo que volver a casa. Bajo del colectivo, llego a la esquina, doblo por el pasaje: la casa de las rejas, la del perrito salchicha, la de mármol negro, la casa de mi amiga Nato y algo raro, después sigue la casa de doña María, la de la maestra que le da clases particulares a Lorena Paola y más allá en la otra esquina, la casa de mi amigo Hernán. Todas las casas de la cuadra están.
Menos la del medio.
La mía.